
Había caído la noche, éramos 20. Había imaginado mi vida de otra manera. Entonces, claro está, era muy inocente. Ahora noto, sin darme cuenta de que nada era como nos contaban de chiquitos. Siempre nos decían que algún día íbamos a conseguir la luna. Todavía me acuerdo el primer día que conscientemente me le quedé viendo. Su resplandor hacía que las comisuras de labios temblaran de la alegría. Es difícil definir la belleza pero es muy fácil cuando esta brilla de esa manera.
El primer día de clase de vuelo fue algo extraño, nos dijeron que no deberíamos de estar volando pero que igual lo íbamos a hacer, tal vez no muy bien, pero con un poco de esfuerzo lograríamos algo similar a volar. El mundo era muy grande y nosotros muy pequeños. Si es cierto que nuestro objetivo era un delirio de poder, pero tal vez y solo tal vez era una excusa para que esto, que llamábamos vida tuviera un sentido.
Mientras nosotros nos encontrábamos en clases de vuelo, muchos de mis compañeros dejaban el suelo y salían como héroes cuando caía el sol. A la mayoría no los volveríamos a ver, pero sabíamos que al menos lo habían dado todo para acercarnos a nuestro objetivo, nunca supimos si alguno de ellos de verdad lo logró pero en nuestra cabeza lo habían hecho y por eso no habían regresado.
Me acuerdo que las primeras clases, no entendía porque desafiábamos la realidad hasta que mi profesor me alejó del grupo y me dijo: “Cuando ella brilla todas las noches lo hace para llamarnos. Es un llamado para que regresemos a ella, que regresemos a casa.”
Poco a poco fui entendiendo que todo mi entreno tenía un objetivo por lo que me fui acomodando a caer. Acomodándome a la realidad de que nuestro vuelo tampoco era tan natural pero que tenía una razón de serlo. Todo lo que sube tiene que caer y en nuestro caso, caíamos con estilo, pero sin importar cuanto tiempo estábamos en el suelo siempre tratábamos de volver a levantarnos. Eso era muy importante para todos. Si por alguna razón nos encontrábamos besando el suelo teníamos que levantar la cabeza e imaginar lo que se sentiría besarla a ella.
Ahora aquí me encuentro, frente a mil lunas y varias muertes.
Los 20 que entramos en ese lugar creíamos que habíamos llegado a una tierra prometida. Era surreal, me acuerdo haber visto a lo lejos que parecía una luna sola. Le dije a mi equipo que me siguiera y los 20 fuimos entrando a esta zona diferente a nuestro mundo, no había nada verde, todo era blanco o plateado…todo…todo era tan innatural para mí. Algo no se sentía bien pero el simple hecho de que la luna se encontrase tan cerca me impulsaba a seguir.
Estando dentro de la tierra prometida, los milagros comenzaron a suceder, nuevas lunas comenzaron a aparecer encima de nosotros, se encontraban por todos lados y nos bañaban con sus rayos. Pero al igual que Ícaro nos acercamos demasiado a la luz.
El suelo se movía lentamente…todos estábamos petrificados. ¿Cómo definir algo tan diferente a ti? Solo podía ver y tratar de entender sus movimientos. A pesar de tener una sonrisa en su cara, sus movimientos no parecían de alegría, parecía que había otro motivo, algo maligno en la expresión de su rostro. El sanguinario gigante parecía disfrutar lo que hacía, uno a uno mis compañeros como Lucifer cayeron desgraciados del cielo. Algunos de ellos sufrieron un poco más ya que su resiliencia fue encontrada con brutalidad y tortura.
Yo, al ver tan cruel escena, cerré mis ojos y me quedé en una esquina. ¿Nos atacaban por querer alcanzar nuestro sueño? ¿Por qué alguien o algo quería acaparar todo el poder? Era algo incomprensible porque parecía que el gigante daba por sentada la hermosura de sus lunas. Cuando las cosas se habían calmado y solo yo me encontraba en la zona, el gigante, que parecía estar ya satisfecho con el genocidio cometido, se comenzó a retirar. En ese momento me armé de valor y volé hacía la luna solo para que el gigante apagará la luz y las hiciera desaparecer a todas.
Ahora en día, todavía me encuentro volando en las noches buscando llegar a la luna, todos los días llegando un poco más cerca pero cayendo cada vez de más alto. Sin rendirme seguiré luchando por ellos, por nuestro sueño, por nuestra luna.

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