El café que no fue.

El café que no fue

Por RICHARD AMAYA

Hola, sé que llevamos tiempo sin hablar. Lo sé, nuestros caminos se separan cada día un poco más. Yo tampoco esperaba que nos encontráramos por aquí, pero ya que estamos, ¿Te gustaría pasar por un café y sentarnos un rato?

¿Recuerdas que la última vez que nos vimos me invitaste a un café? La verdad es que nunca he sido muy fan, el sabor amargo y fuerte ha sido algo que durante mucho tiempo me mantuvo alejado. Aun así, después de un tiempo empiezas a agarrarle el gusto, empiezas a conocerlo mejor y cuando menos lo esperas estás esperando ansiosamente esa taza de café en la tarde. ¿Sabes a lo que me refiero?

En todo caso, han pasado varios meses desde la última vez que hablamos, ¿Cómo está tu familia?, ¿Lograste conseguir un nuevo empleo?, ¿Te siguen gustando los unicornios?, debo admitir que es raro hacer este tipo de preguntas a alguien que alguna vez conociste mejor que la palma de tu mano.

¿Recuerdas cuando éramos dos extraños, con dos vidas extrañas?, la primera vez que salimos, también fuimos por un café. Sé que lo nuestro nunca volverá a ser lo mismo, pero también sé que levantarás las tazas rotas e intentarás construir algo nuevo, así como yo lo hice alguna vez.

Bueno, parece que se nos ha acabado el tiempo. No te preocupes, yo pago la cuenta, sé que tienes a alguien más esperándote afuera. Yo me quedaré aquí esperando… como siempre esperando el café que nunca fue.

El café que no fue

Por ALFONSO SIMÁN

Siempre me pregunto qué pasaría si, me hago esa pregunta sobre el camino que no se tomó.

Si pudiera regresar el tiempo. Te advertiría del mimo que ese día decidió jugar demasiado bien un papel que no era suyo. Te diría lo que sé, lo que escribí en esa hoja de papel cuando estaba pasando y repasando formas de romper el hielo y ser todavía cool. La verdad entre más lo pienso, me doy cuenta de que si las cosas realmente pudieran cambiar, la vida sería aún más extraña de lo que ya es. El destino es una cosa, pero lo que me está pasando no lo puedo dejar solo al destino.

Estoy tan acostumbrado a aceptar que las cosas son como son por alguna razón. Está arraigado en mi cerebro. Entonces quién diablos soy yo, sino más que un pequeño grano de café. Un grano que pudo haber sido más, un grano que merecía ser triturado con lo demás de su índole, pero no, tú decidiste volverme especial, volverme único y meterme en otro mundo, en un pequeño bote donde soy un Mesías para estos otros granos.  Arábica en medio de libéricas que creen que por mi forma y color diferente soy especial. No lo soy, así como tú o como el siguiente en leer esto, se van a dar cuenta, que al final del día, todos somos cafés, lo único que nos separa es que yo soy, el que nunca será.

Mientras más al fondo estoy menos posibilidades, tengo para salir y está bien, tal vez mi propósito es diferente al de los otros, no te sientas mal por mí. En algún momento sabré cuál es mi destino, lo más probable será la basura, pero si no lo es y me transformo en uno de ellos, me fusionó con los miles de granos que siguen llenando el bote del cual tú consumes, estaré en paz porque al final del día todos somos cafés y todos merecemos ser probados.

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