¿Alguna vez se han detenido a pensar en el significado detrás de cantar “Feliz Cumpleaños”? Es un acto aparentemente sencillo, pero cargado de simbolismo. La alegría compartida, las risas, y el acto de soplar las velas que, de alguna manera, nos conecta con la creación misma. Un simple aliento que apaga las llamas de las velas, desencadenando un deseo que se eleva hacia el cielo. Es un recordatorio de que cada año es un nuevo capítulo en el libro de nuestras vidas, una oportunidad para pedir deseos y reflexionar sobre nuestro viaje en este universo.

La última vez que soplaron unas velas, puede ser que eso los haya transportado a una mañana ordinaria caminando por la calle, y de repente, decidieron pedir aventón. Para su sorpresa, el carro que se detiene no es conducido por un desconocido amable, sino por Dios mismo. Entran al carro, y en medio de la música celestial que fluye por los altavoces, Dios comienza a hablar sobre la vida.

“La creación es como una sinfonía interminable”, dice Dios mientras conduce a través de las estrellas. “Cada uno de ustedes es una nota única en esa melodía, contribuyendo al tejido mismo del universo. A veces, deben detenerse y apreciar la belleza que los rodea, como esas gotas en mi parabrisas. Son pequeños universos, sueños y deseos que buscan su lugar en la vastedad cósmica.”

La charla divina se vuelve una danza de pensamientos profundos mientras el carro avanza por la galaxia, se encuentran inmersos en una conversación cósmica sobre la vida, el propósito y la existencia.

Después de ese extraño encuentro con Dios en el carro, despiertan de su sueño con la mente llena de pensamientos celestiales. Se levantan y se dirigen a la cocina, donde se encuentran con una escena surrealista: Dios está sentado a la mesa, disfrutando de un desayuno que parece provenir directamente del cosmos.

En un plato, la Vía Láctea sirve como cereal, mientras estrellas y planetas flotan en la leche cósmica. Dios sonríe al verlos entrar.

“La creación no se detiene nunca”, comenta Dios, levantando la mirada de su desayuno celestial. “Incluso en los momentos más cotidianos, hay un toque divino. Cada mañana es una oportunidad para saborear la maravilla de la existencia, para recordar que la vida es un regalo que debe disfrutarse, así como estos granos de cereal en mi tazón cósmico.”

Se sienten abrumados por la experiencia surrealista y se unen a Dios en la mesa celestial, reflexionando sobre la trascendentalidad de la vida y la eterna sinfonía de la creación. En ese momento, comprenden que cada pequeño detalle de la existencia tiene un propósito, y que la vida es, en sí misma, una obra maestra cósmica.

Sin embargo, eso los regresa a su cotidianidad y el soplar unas candelas se ha vuelto un recuerdo de que están más cerca del final o les recuerda no irse a dormir escuchando a Jesse y Joy.

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